martes, 7 de julio de 2009

Sincronicidad un puente entre nuestra mente y el mundo material

Cuando interpretamos las runas o cualquier otro tipo de oráculo, establecemos un nexo entre la realidad objetiva que nos circunda y aquella realidad subjetiva, personal y propia que nos permite experimentar la vida. La función primordial del oráculo es revelar la correspondencia entre lo interno y lo externo de un momento dado, en un paralelismo acausal. La sincronicidad es por esencia incluyente, al no establecer distinciones de tiempo, espacio, ni categorías, y no imponer condiciones a su ocurrencia. Hipótesis nada descabellada si consideramos a la sincronicidad como un puente tendido entre el saber absoluto y la realidad externa, constituyendo un acontecimiento esencialmente creativo. Aun en pueblos primitivos, en el sentido de escaso o nulo conocimiento teórico o abstracto, las personas más respetadas o veneradas de la comunidad las constituían, y constituyen, aquéllas capaces de interpretar el todo por sobre los hechos particulares, y con ello indicar las acciones necesarias para restituir la armonía perdida en cada caso. El examen de la mayoría de los métodos adivinatorios, o premonitorios, ya sea lectura de huesos calcinados o conchas de tortuga, I Ching, Tarot, etc., revela un factor común: todos ellos expresan un "momentum" global, por ello es factible de ser «leído» o interpretado por alguien que percibe su significado. Quiero decir: por alguien capaz de aprehender el Gran Aliento que en ese instante impregna todas las cosas, incluidos los objetos adivinatorios, condición "sine qua non" para que en éstos se manifieste una realidad que los trasciende.
En este sentido la lectura de runas equivale a observar una verdadera fotografía de un momento espacio-tiempo de nuestro acontecer en el universo. Y darle significado a una serie de acontecimientos que solo tienen significado para aquel que los observa y los ha vivenciado, para quien, una determinada secuencia de hechos adquiere relevancia y configura una realidad global al completarse los dos aspectos de nuestra existencia, la interna y la externa. Las Runas aparecen como un código o lenguaje ancestral que nos permite interpretar aquellas secuencias de acontecimientos y poder reorientar o encaminar nuestro acontecer en el mundo, toda vez que nos permite acceder a saberes prácticamente olvidados religando un saber absoluto con los sucesos de nuestra cotidianidad.
Sincronicidad es un término acuñado por el psiquiatra suizo C. G. Jung, quien lo concibió para describir la singular ocurrencia de dos o más acontecimientos de igual o similar significación, sin conexión causal posible. Este principio incluye necesariamente a un sujeto que perciba y experimente en forma consciente el significado común entre un hecho del mundo interno y uno o más del mundo objetivo.