martes, 16 de marzo de 2010













El ser humano y “la decisión” de vivir este Universo dual con autonomía y plenitud.


La totalidad, la unidad del todo es la plenitud y la unidad implica reconocer la dinámica y la tensión entre los polos opuestos que conforman la dualidad de nuestra realidad. La realidad esta construida en el marco de esta dualidad, de dos aspectos que se complementan estableciendo la totalidad. Pero nuestra experiencia en la vida diaria es un constante discernimiento entre dos opciones. por tanto estamos enfrentados a elegir una opción en desmedro de otra. Ahora ante esto, aunque no lo crean tenemos dos alternativas: decidir por una opción en el marco de la negación, lo que sería negar una opción fragmentando la realidad, nuestra propia realidad, o decidir por una de ellas en el marco de la aceptación que sería integrarla de manera tal que complemente la percepción de la realidad. Nuestra relación con el medio o el entorno se ve constantemente determinada por perturbaciones o variaciones de ese mismo entorno que implican cada vez estar en un, también constante ajuste a esas variaciones y ello nos enfrenta a tomar decisiones para cada ajuste y que habla de nuestra capacidad de adaptabilidad. Cada decisión es un ejercicio de nuestro libre albedrío, de nuestra autonomía, que estará determinada por nuestras certezas y nuestros pensamientos (en cuanto ideas impulsoras) y que producto de nuestros conocimientos va a propiciar nuestra capacidad de adaptación a las variaciones del entorno. Esta capacidad propicia nuestras funciones de integración que a través de procesos cognitivos, nos permitirá elaborar acciones que nos posibilitarán el operar en la funcionalidad del entorno. De esta forma el ser humano realiza su existencia aconteciendo en la comunidad, siendo en ella, sucediendo en la constante dinámica de la influencia y el influir. En este marco de influencia el ser humano se auto - produce y a la vez va produciendo su entorno, siendo este el fiel resultado de su existir, manifestación de sus capacidades y discapacidades y consecuencia de sus decisiones. Así aprende y elabora las mejores respuestas que le permitan ser en la realidad del dominio de su propia existencia.

Las situaciones que vivimos a diario son un producto de nuestras decisiones, somos seres de decisión, ello deriva en nuestras acciones, que no son sino que una larga cadena de respuestas adaptativas y de contra respuestas en el dominio dinámico del intercambio con el entorno y de las realidades que en ellas se desenvuelven en sus propios dominios dinámicos de intercambio. Esto porque somos un sistema estructuralmente abierto al intercambio con el entorno, pues nuestra subsistencia, crecimiento y desarrollo se da en el dinamismo de las diversas realidades que conforman los demás seres que comparten nuestros distintos dominios de existencia.

Tomar una decisión implica asumir responsablemente las consecuencias, aceptando todas sus implicancias que lleva operar en la construcción de nuestra realidad, por tanto vivir en la negación de aquellos aspectos que no nos gustan de nuestro universo y eso es vivir en la negación del otro, obviar su legitimidad como otro en coexistencia con uno es un error y una irreflexión y conlleva irremediablemente a la enfermedad. La negación de la dualidad o de un aspecto de ella, no implica que esta exista y que tarde o temprano se manifieste impidiéndonos vivir plenamente. En la cosmovisión andina dos conceptos son su base fundamental, “la dualidad y la complementariedad”, así ellos vivían en armonía con su mundo, algo que pareciera que nosotros hemos olvidado para decidir nuestro actuar en la vida diaria.

Tomar una decisión implica enfrentar el conflicto de la elección, hoy por hoy el ser humano le teme al conflicto de optar y vive un proceso de estancamiento, un estado crónico que lo consume provocándole esa actitud abúlica, pasiva y resignada. O por el contrario vive en la negación del otro, en la usurpación, en la competitividad y la opresión en ambos casos se vive la imperfección y la falta de conciencia de la realidad. Negar o evitar el conflicto impide tomar conciencia de la realidad.

Cada decisión supone un sacrificio y en cada caso solo podemos hacer una u otra cosa, pero en sentido abstracto las cosas no son correctas o erróneas porque para estar en plenitud de la totalidad se requieren los dos polos en tensión dinámica. Reconocer la dualidad como parte constitutiva de la realidad total, de la unidad del todo es el camino de la restauración de la sinergía universal, hablamos de sanación. Sanar es restablecer la armonía y conciliación de los opuestos que conforman nuestra realidad humana. Los opuestos no se unifican por si solos, y es imposible hacerlo simultáneamente, sino que uno después de otro y por eso hay que decidirse, para dominarlos tenemos que asumirlos activamente. Asumir es enfrentar y por tanto reconocer, al reconocer reconstruyo desde perspectivas nuevas, al hacerlo concientemente permite observarnos a nosotros mismos en todos nuestras operaciones e impedir perdernos en ellas, una vez que nos hayamos impuesto de ambos polos podremos encontrar el punto intermedio y desde allí empezar la labor de unificar los opuestos. El instrumento, si podemos llamarlo así, de unificación de los opuestos es “El Amor”. El principio del Amor es abrirse y recibir algo que hasta entonces estaba afuera. El Amor es una afirmación sin limitaciones ni condiciones. El Amor quiere ser uno con el universo, mientras no hayamos conseguido esto no habremos realizado el amor.

Si el Amor selecciona, no es verdadero Amor, pues el Amor une, la selección separa.

El Amor no conoce celos, porque no existe en él la posesión, el Amor inunda.

El Amor transforma. Solo en él se puede ser autónomo y pleno.

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